LO OTRO ES ENTRETENIMIENTO COMO EL DE TODA LA VIDA
"Telebasura orgánica" es el título de un atinado artículo que publica el weblog "Una cuestión personal" en el que se dice: "Lo peor de la tele no es lo que da, sino lo que no da. Y nadie tiene esperanza en que la televisión se convierta en aquel vehículo de cultura y educación que soñaba Rossellini, entre otras cosas porque para eso ya tenemos Internet. Ahora, aparte de unos cuantos documentales, el Canal Viajar y la ocasional película para insomnes, la programación televisiva se ha convertido en un monumental muestrario de promociones publicitarias, pésimas ficciones, entrevistas a sujetos irrelevantes y soporíferos eventos convertidos en el acontecimiento del siglo. Un conjunto poco edificante, pero consonante en trivialidad y mal gusto con la mayor parte de lo que denominamos cultura popular. Al fin y al cabo, ¿quién no se para a admirar un culo que pasa o piensa pestes de su vecino más ruidoso? ¿Quién no se ríe con los chistes verdes y queda encandilado por las películas de James Bond?
Por eso, no sorprende que el virginal y malencarado ex presidente José María Aznar salga despotricando contra la telebasura, sobre todo cuando él mismo ha protagonizado algunos de los reality shows más rastreros, soeces y tóxicos que hayamos visto en los últimos meses. A saber: el Vanity Fair de la boda de su hija, el "oh my God" de su encuentro familiar con el Papa y aquella entrevista infame que se hizo regalar por Urdaci el dócil. Porque la televisión más peligrosa es la que agrada a los poderosos. Lo otro es entretenimiento como el de toda la vida.